Alrededor de las 6:30, Santiago Peña recibió el alta médica, luego de que sus estudios de ecocardiograma y otros, salieran normales. El presidente no tiene ninguna patología cardíaca, detalló al ministra de Salud, María Teresa Barán a radio Monumental 1080 AM.
“Yo creo que lo lógico sería que se tome su tiempo para descansar. Lo que le pasó a él es que el cuerpo le pasó la factura, él es una persona muy activa, con mucho ímpetu en donde él quiere hacer cada vez más cosas por nuestro país y bueno él necesita también entender que tiene que tomarse su tiempo para descansar”, dijo la secretaria de Estado.
Reconoció que pudo haber sido un reflujo y gastritis, a causa del estrés. En ese sentido espera convencerle de que se tome un descanso, incluso contar con el vicepresidente Pedro Alliana para compartir agenda.
Aunque Peña es una persona sana, Barán advierte que el trabajo de presidente de la República es vinculante con estos síntomas.
“Tiene factor de riesgo de estrés y es algo que no tenemos que minimizar, porque si no le hacemos caso al estrés y no tomamos las medidas adecuadas, sucede esto, se puede seguir descompensando”, insistió.
A pesar de su hospitalización, aparentemente Peña seguirá su agenda en la cumbre G20, al menos hasta su intervención.
El mandatario viajó este lunes a Río de Janeiro para participar de la cumbre G20 junto con otros líderes del mundo, pero repentinamente tuvo que abandonar la actividad oficial en ambulancia.
Fue trasladado al Hospital Samaritano por “un dolor” en el pecho, lo que requirió una serie de exámenes de diagnóstico.
Alliana había conversado con Peña durante su internación y calificó su estado como “una leve indisposición”.
Asimismo, la primera dama Leticia Ocampos agradeció a través de las redes sociales los mensajes de apoyo y comentó que su esposo estaba en observación a la espera de resultados de los estudios que se realizó.
El propio hospital trató el caso en un comunicado como un simple malestar.
En este primer año de gobierno, el mandatario soportó una fuerte presión del ala dura del cartismo, siendo la Ley Garrote o antioenegé la más polémica, teniendo en cuenta que expertos y organizaciones internacionales recomendaban su veto porque representa una amenaza para la participación de la sociedad civil. Sin embargo, igualmente la normativa fue promulgada.