Un reciente enfrentamiento entre grupos en el barrio La Chacarita de Asunción ha encendido las alarmas sobre la escalada de violencia y el uso de armas de alto calibre por parte de bandas dedicadas al microtráfico de drogas.
Según un análisis del experto en seguridad José María Amarilla, la proliferación de armas largas y pistolas sofisticadas en manos de narcomenudistas es un fenómeno que podría estar vinculado al crecimiento del mercado negro de armas en el país.
El incidente involucró el uso de una escopeta, un arma poco común en este tipo de enfrentamientos, según Amarilla. «De lo que yo vi, se trataba de una escopeta que no es un arma muy frecuente, relativamente abundante en cualquier país», señaló el experto. Este dato pone en evidencia la diversificación del armamento empleado por estas bandas, que tradicionalmente operaban con armas cortas de menor potencia.
Un mercado negro en expansión
Amarilla apuntó a las estrictas regulaciones de armas en Paraguay como un factor que, paradójicamente, podría estar incentivando el crecimiento del mercado negro. «Es probable que estemos asistiendo a un aumento del tamaño del mercado negro en Paraguay, a raíz de la alta confusión que generan las nuevas reglamentaciones y leyes de armas», explicó. Según el experto, las políticas restrictivas, en lugar de limitar el acceso a las armas, han generado un incentivo para el comercio ilegal, donde las armas alcanzan precios exorbitantes y se convierten en herramientas clave para el crimen organizado.
Esta situación no es nueva. En los últimos años, Paraguay ha enfrentado serios problemas relacionados con el tráfico de armas. En diciembre de 2023, una operación conjunta entre Paraguay y Brasil desmanteló una red de contrabando de armas que importaba armamento desde Europa, involucrando a exmilitares paraguayos y a empresas con sede en Asunción.
Según reportes de la época, las armas ingresaban al país a través de contactos corruptos en la Dirección de Material Bélico (Dimabel) y luego eran revendidas a grupos criminales en Brasil. Este caso reveló la profunda infiltración de la corrupción en las instituciones encargadas de regular el armamento, un problema que parece persistir y que facilita el acceso de las bandas a armamento sofisticado.
El microtráfico y el riesgo de pandillas organizadas
El enfrentamiento en La Chacarita también pone de relieve un problema estructural: el auge del microtráfico de drogas en Paraguay, un negocio que, según Amarilla, ha estado en desarrollo desde principios de los años 90.
«El negocio en sí, el microtráfico, tiene esta proposición de micro y Paraguay como Estado tardó mucho en darse cuenta de la magnitud del problema», afirmó. Este retraso en la respuesta estatal ha permitido que pequeños grupos delictivos evolucionen hacia estructuras más organizadas, un fenómeno que podría derivar en la formación de pandillas similares a las Mara Salvatrucha, que comenzaron como pequeños grupos de contrabando en Centroamérica y hoy son organizaciones criminales transnacionales.
Amarilla advirtió que lo que hoy parece un incidente aislado podría ser el inicio de un problema mayor. «Lo que estamos asistiendo a través del microtráfico y que la gente tiende a tratar como una cuestión anecdótica es la protoconformación de bandas, pandillas», señaló. Jóvenes sin antecedentes penales, provenientes de barrios marginados, están siendo reclutados por estos grupos, que encuentran en las armas y el narcotráfico una vía de poder y subsistencia.